sábado, 2 de marzo de 2013

Capítulo 78º: Reponer las heridas.

Todos se sintieron aturdidos al principio por la repentina marcha, pero no dejaron de estar alerta y en guardia hasta que pasó el primer silencioso minuto.
-¿Estáis bien?-preguntó Kai, dejándose caer al suelo.
Todos asintieron, cansados. En una esquina, Haruka se ocupaba de curar las heridas de Hikari.
-Son todas superficilales-les dijo cuando a los demás cuando estos se volvieron para preguntar-. Nada que no pueda solucionar.
-Toma, come algo-dijo Sam sacando una chocolatina de su riñonera-¿Te duele la tripa, o la cabeza?
Hikari negó con la cabeza, pero cogió el chocolate. Se lo empezó a comer lentamente, con la mirada perdida en el suelo.
-Era... Ryu...-susurró.
-¿Cómo dices?-preguntó Haruka, sin detener su jutsu curativo.
-Él... Me salvo... Aquel Makato...
Todos la miraron en silencio, ansiosos por escuchar la historia. Sin embargo, antes de poder decir nada con sentido, Hikari empezó a sollozar, con el rostro entre las manos.
-Hey, Kari... No... Tranquila...-susurró Kai abrazando a la muchacha. Haruka, enfrente, se mordió el labio, frunciendo el ceño.
-Era él... Créeme, Kai. Ha venido a salvarme de ese Makato...
-¿Hablaste con él?-preguntó Haruka, nerviosa.
-N... No... Yo... Ya estaba en el suelo cuando él apareció... Pero...
-¿Le viste bien, Hikari?-prosiguió la ninja médico.
-No...
Kai miró a Haruka con una expresión seria. "No te pases con la chica, lo está pasando mal" dijo moviendo los labios. Haruka pareció entender el mensaje mudo, por lo que se calló y prosiguió a ir hacia Bakhi para curarle.
De pronto, una pequeña sombra verde les alcanzó.
-¡Kecleon, bonito!-susurró Bakhi desde el suelo, acariciandole.
-¿Ha encontrado algo?-preguntó Haruka mientras le levantaba la camiseta a Bakhi. El cuerpo del chico, se fijaron los demás, emitía una especie de brillo verdusco  y daba la sensación de tener minúsculas escamas. Sería una característica del clan Rem.
-No... Pero se ha dado cuenta de que estaba en peligro... Llegas tarde, pequeño.

El pequeño lagarto emitió un suave gruñido y acarició el rostro de su compañero con la lengua.
Kai sonrió al ver la entrañable escena. A su lado, Hikari parecía haberse tranquilizado, y se había tumbado en el suelo, medio adormilada.
-Propongo que descansemos, Sam-le dijo a su amigo-. Ha sido un enfrentamiento difícil.
El muchacho de rostro regordito asintió, y, en silencio, le señaló a Netz, que en una esquina, tiritaba con la mirada clavada en un árbol que la Makato había quemado. Las llamas a penas eran pequeñas lenguas de fuego que comenzaban a apagarse.
-¿Estás bien, Neko?-le dijo Kai a su amiga. La chica se sobresaltó, y le miró con los ojos muy abiertos.
-Sí... Estoy bien... Es solo que... No me gusta el fuego.
Se levantó con torpeza, dándole la espalda al fuego. Tras de ellos, Soun Nekokara y sus compañeros se habían puesto en pie.
Kai miró a Rajitz con una ceja enarcada.
-Soun...-susurró Netz.
-¿Qué hacéis aquí, Rajitz?
El muchacho de pelo rubio y bigote poblado al que nadie conocía sonrió animadamente.

Que  tu aparición sea un alivio no quiere decir que me alegre de verte.

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