Kira sintió las sombras a su
alrededor. Sabía que corría peligro. Aquellas medidas de seguridad no le
reconocerían. Debía salir de la casa. Liberó una gran cantidad de Chakra que
hizo a las sombras alejarse. Comenzó a correr hacia la puerta, pero ésta se
alejaba. ¿Qué ocurría?
Hizo unos sellos y liberó la gran
bola de fuego, provocando que la pared saliera ardiendo y formando un agujero.
Comenzó a correr hacia allí y salió al pasillo. Abajo, Homare Nekokara
observaba, en guardia.
-No hay tiempo para explicaciones,
corre.
Los dos salieron de la casa y se
sintieron aliviados. Pero la cosa no acabó allí. Las sombras de la casa se
expandieron por el rocoso suelo de la fantasmal aldea, comiéndose los edificios
y arrastrando la nada. De repente, en el centro de la aldea comenzó a formarse
una especie de criatura, que se erguió como una montaña.
Los ninjas retrocedieron, pero las
sombras les agarraron los pies. Las sombras comenzaron a moverse, y la enorme
criatura que había en el centro sonrió. Kira tenía que hacer algo, ya que ni
sus ataques ni los de Homare servían.
-¡Khaku!-gritó-. Soy yo. Soy Kira.
Tsuna Makato contempló a Kauthon,
su chunin, uno de los mejores ninjas que jamás había conocido. Herido,
sangrante. Aquel hombre enmascarado debía ser realmente fuerte para haber
logrado aquello. ¡Había vencido a uno de los mejores Makato que jamás habían
existido!
-¿Qué hacemos con él?-preguntó
Hiroshima.
-No pienso perder a un miembro y
familia. Y ciego nos es inútil.-Tsuna se levantó y miró a Hiroishi.
-¿Qué ocurre, capitana?
-Somos un miembro de más. En este
juego solo participan dos genin y el chunin. Sin embargo, yo estoy aquí, porque
había mi clon de fuego aún está activo. Pero así pierde gracia.
-No irás a...
-Dame tus ojos, Nekokara-los ojos
de Tsuna se volvieron completamente morados y de su cuerpo comenzó a salir
humo. Su capa parecía a punto de salir ardiendo y su pelo se levantó.
-No podrás hacerme nada. ¡Jutsu
Secreto, Ojo de Luz!
-¡Jutsu Milenario, Dragón Amatista!
Las sombras comenzaron a encoger y
a unirse en un punto medio. Y, cuando todo se acabó, un hombre apareció en el
lugar en el que se había alzado la criatura. Era un hombre bastante mayor y con
cicatrices en la cara.
-¿Kira?
-Khaku Nara. Cuanto tiempo-los dos
se dieron la mano. Homare parecía confuso.
-Ahora que tenemos el cuaderno y a
este hombre, podemos volver a la Villa-Kira sonrió a Homare, que desvió la
mirada.
Kauthon miró sus manos. Se sentía
tan vivo... Saltó a la copa de un árbol y abrió mucho los ojos. Gritó con
fuerza y liberó una llamarada por la boca. Abajo, Tsuna acabó de incinerar a
Hiroishi Nekokara.
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